En el otoño de 1984, cuando el incipiente felipismo aún no había destrozado la educación y Televisión Española apostaba por el talento, el ente público nos obsequió con una soberbia adaptación de ‘Ninette y un señor de Murcia’. Ocho episodios basados en la comedia de Miguel Mihura, con guión y dirección de Gustavo Pérez Puig, y un elenco inolvidable: Ismael Merlo, Florinda Chico, Juanjo Menéndez, Alfredo Landa y Victoria Vera. Todos criando malvas hace tiempo a excepción de la última. El argumento es bien conocido. Un soltero de Murcia dueño de una librería religiosa viaja a París, donde un amigo le busca alojamiento en casa de unos exiliados españoles y allí, pese a las diferencias ideológicas, surge el amor con la joven hija del matrimonio. En la vivienda se come cocido, se habla español y el salón lo preside un retrato de Lenín –sí, con tilde–, porque los actores lo hacen agudo. Esta semana, después de minuciosas pesquisas policiales para averiguar el origen exacto de los sobres, ha sido detenido en Miranda de Ebro el ‘unabomber’ español que, en noviembre y diciembre, remitió seis cartas con explosivo a Moncloa, el Ministerio de Defensa y las embajadas de Ucrania y Estados Unidos, entre otros destinos. El arrestado no es un agente del Kremlin sino un nostálgico de la URSS. Un tipo esquivo de 74 años, de vida poco social, muy activo en redes sociales y residente en un piso de la calle Clavel –ya se aprecia el encaje folclórico–, donde guardaba diferente documentación acorde son sus ideas y quincalla bolchevique: llaveros del Ché Guevara, un poster de La Pasionaria y un cuadro de Lenin. Sorprende la ausencia de Marx, que parece que se va perdiendo predicamento entre sus seguidores. A Pompeyo González Pascual, en prisión incondicional desde el viernes tras negarse a declarar en la Audiencia Nacional, la Fiscalía le atribuye seis delitos de terrorismo y otro de uso de artefactos explosivos inflamables con la misma finalidad. Además, el riesgo de fuga y la posible ocultación de pruebas han sido determinantes para decretar su envío al trullo. Jubilado desde hace una década y sin familia, el detenido se hallaba ocioso la mayor parte de las horas del día, y en vez de hacer deporte, apuntarse a voluntariado o reforestar los Montes Obarenes, le dio por empaparse tanto de la revoluciones rusa y cubana que perdió el norte por completo y decidió pasar a la acción. De su pericia contrastada para la fabricación casera de artefactos da cuenta el material incautado por la Policía, incluido un dron manipulado para transportar y descargar explosivos… Hace falta más terapia ocupacional para cierto tipo de jubilados, favorecer las relaciones sociales entre los mayores más hoscos e incrementar cada invierno las plazas de los viajes del Imserso, que por Benidorm y alrededores hay una numerosa y marchosa colonia rusa. ¡Pero dónde va a estar mejor Pompeyo!
Source: ABC